lunes, 25 de mayo de 2009

MI AVENTURA DE SER MAESTRO

La aventura... la maravillosa aventura... la bendita aventura de SER MAESTRO; jamás dejaré de agradecer a Dios (cada quien su dios va?) por regalarles a mis padres la luz para marcarme este camino; desde el fondo de mis recuerdos jamás vislumbré otra cosa que ser maestro; y hoy, a 27 años de inicar la aventura, la disfruto como aquel primer día de clases (enero de 1982), con los mismos nervios, con los mismos miedos, con las mismas ilusiones, con el mismo orgullo de ver mi sueño realizado.
Compartir con mis alumnos (tercero de primaria) en una comunidad mazahua de San Felipe del progreso, el frío del clima, ese aire que calaba hasta los huesos y que nos tenía con los cachetes partidos; sentarle con ellos en las tardes en el pasto mojado y tomar mi sesiones diarias de Mazahua (desde entonces entendí que todos aprendemos, que todos enseñamos). Cuánto les debo a ellos, a esa gente noble que es capaz de compartir contigo no lo que les sobra, lo que les falta, aunque solo sea un taco de cuerpo de mariposa asada, con salsa de chiles silvestres y un vaso de pulque; como olvidar a mis compañeros maestros, quienes fueron mi veradera escuela.
Y en estos 27 años, como he aprendido (tanto que cada vez creo en la urgente necesidad de siempre aprender más), en preescolar, en primarias, en secundarias, en la administración pública y ahora en prepas. COMO NO HE DE SER AGRADECIDO, SI ME HAN HECHO UN SER COMPLETO, UNICO, FELIZ, ORGULLOSO DE LO QUE PIENSO, DE LO QUE DIGO Y DE LO QUE HAGO.
Solo complementado con mi hemosa familia y las gentes que me han forjado.
A todos desde aquí mi gratitud y amor perene.

1 comentario:

  1. Me encanta el entusiasmo con el que realizas tu trabajo y también el que conserves la frescura de los primeros días.

    Hace muchísimos años que no visito alguna comunidad Mazahua. Imagínate, estaba yo creo que en la preparatoria cuando fui a El Oro y alrededores. Me gustaría regresar.

    Lo de los cachetes rojos o partidos por el frío, junto con la gente oliendo al humo de leña que impregnaba su ropa, lo viví en Tlaxcala. Pero allá es cien por ciento Náhuatl.

    Te felicito por ser el maestro que eres.

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